Monday, 12 December 2011

Desorden.

Entonces supe qué debía hacer. Cogí las llaves y me puse la cazadora a toda prisa. Salí por la puerta y... sentada en las escaleras, los brazos apoyados en la maleta, me esperabas.
No veía tus ojos, los tapaba tu larga melena de leona y apretabas tus labios cortados.
Me acerqué y tomé tus manos. Tus ojos marrones, llorosos, brillaron al encontrarse con los míos. Te levantaste, te abracé y besé.

Por dentro, comprendía que ese beso y lo que iba a ocurrir inmediatamente entre ambos, era algo que llevaba mucho tiempo esperando suceder... también que cuando yo cerrara esa puerta tras de mí, junto a ti, las sombras del pasado se desvanecerían.
Y desde luego, entendí que cuando cerrara la puerta, ya sin ti, con suerte varios días después, mi vida se volvería de un gris ya casi olvidado, quedaría poblada de añoranza y amargura.
Por una buena temporada.
Pero tomé tus manos y entramos a mi casa sonriendo. Aquel avión al sur despegó con tu asiento vacío.
.
-¿Por qué Oslo, por qué tan lejos?- preguntaste inquisitiva.
-Quería empezar de cero, lo dije tantas veces...
-Recuerdas muchas cosas que yo no puedo recordar.
-Eso es que sigues siendo tan despistada como entonces, como yo ya no.- contesté sonriente.
-No, te equivocas. No es así. Mi vida ha dado muchas vueltas desde la última vez que me viste.
-Y sin embargo eres la misma.
Te quedaste seria. Ya no sonreías.
-He cambiado.
-Puede, pero te conocía y te sigo conociendo. Y eres la misma. Más sofisticada, más cansada, más experta, quizá más madura(¿has pensado en crecer más? ¡Más no!). Pero sigo sabiendo quién eres. Te miro a los ojos y te veo como te veía hace 9 años, agazapada, mirándome con recelo como cada vez que te sorprendía. 9 años. Pasé 5 en Afganistán, otros 2 en el resto de oriente, uno en Amiens en casa de Charlotte y otro aquí, y sé que soy el mismo (¿te conseguiste equilibrar?
Yo aún no.).
-¿Por qué Afganistán, por qué tan lejos?
Pensé "debería ser sincero".
-Porque la única guerra que se libraba más cerca era contra ti.
-Hombres, guerras de hombres... en su cabeza, y fuera de ella.
-Frustración, desamor, dolor, desencanto, desesperación. ¿Qué respuesta te convence más?
-Es igual- titubeaste, y te levantaste de mi sofá.- Estos días contigo han sido maravillosos, como cuando teníamos 18 años y éramos unos adolescentes bobos... (y aún lo somos) pero mi avión sale en breves.
-Ah, sí, por supuesto, ¿te ayudo con algo?
-No, ya lo tenía todo listo.
-¿Volverás?
-Sí, sí... si no te importa.
-Claro que no.
-Adiós.
Tibio beso de despedida. Breve abrazo. La puerta se abrió y cruzaste el umbral sin mirar atrás, arrastrando tu maleta. Se cerró.
"¿Por qué la iba a acompañar al aeropuerto?" me dije,"Mejor le ahorro esa vergüenza, su avión sale dentro de 5 horas."
Y no lo pensé demasiado, al fin y al cabo era yo el que se había pasado los años huyendo, huyendo de su pasado.
Y, sin embargo, algo no me cuadraba...

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