Wednesday, 29 June 2011

2008

16 de Agosto, 8 de la mañana.
Una mañana fresca, apenas 15º centígrados y soplando un viento fuerte de casi 17 nudos, o eso nos dijeron los del puerto de camino a la playa, marejadilla.

Cada vez que sentías pasar el agua arremolinada debajo de ti sentías el impulso de dejarte llevar y lanzarte acelerando entre las ráfagas de viento y la espuma de las olas...
Hace frío, mucho frío, sólo entra agua helada huída del Atlántico a la bahía, pero no importa. El sol no quiere salir de detrás de las nubes, que amenazan con dejar caer algo antes de seguir su camino hacia las montañas.
El aire levanta gotas de agua de las crestas de las olas, pero no puedes cerrar las ojos o cubrirte...un momento de distracción y te desequilibras y pierdes el pie.

Así estaba yo, tumbado en la tabla apoyado sobre los codos y mirando mar adentro, situación repetida tropecientas mil veces en las playas de Anguileiro y penaronda, durante tantos días.
Zarandeado por los elementos y arrastrado por la corriente de aquí para allá por toda la bahía rechazas una y otra y otra ola... y otra más.
Todas entran de derechas...o rotas.
Nada aprovechable.
Un compañero grita:
-Eh tú, sureño! que entra de derechas por el este, tiene buen muro!
-Calla, oh! a vore si crides menys y t'agafes a aquesta, inútil.-Contesto riéndome.
-EH? Carallo con el neño!
El tío se da la vuelta y rema... la ola lo coge y lo pierdo de vista. Seguro que tampoco haría nada interesante, a penas sí se tiene sobre la tabla.
Percibo que de nuevo el mar se encoge, y me doy la vuelta a tiempo para remar.
La ola está muy rota cuando llega a donde estoy, y aunque pienso en cruzar la ola(complicado, es una N-92, no hay quien meta 205 centímetros de torpe flotador bajo una ola) me giro y me dejo caer soltando la tabla y nadando por debajo.
Cuando saqué la cabeza del agua pude ver como una enorme y preciosa ola de 3 metros de muro surgía a apenas 10 metros... de izquierdas.
Pero no tengo la tabla a mano, esta a dos metros de mi.
nado hacia ella y me aferro. Cagada de novato, esto no podía pasarme a mi.
Y la ola me rompió encima arrastrándome con ella.
Recuperé la plena conciencia de mi ser arrastrándome en la playa, mi tabla a varios metros de mi subiendo y bajando por las olas en la orilla, atada aún a mi tobillo y estirándome continuamente. Los Asturianos a mi lado. Me reincorporo tosiendo y se ríen.
-Pues menos mal que no tragaste agua ni nada, porque te iba a hacer el boca a boca tu puta madre.
-Tú lo que vas a tragar ahora es barro!

Y volvimos a meternos en las aguas del cantábrico. Y salió el Sol, que como siempre, gusta de hacerse el remolón...

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