Sunday 28 August 2011

Ninguna.

Ni Raquel ni Elisa eran la respuesta a mis peticiones. Ninguna de las dos pertenecían al mundo de fantasía que se abría después de que yo clamara ante la luna que no era justo no saber que era el amor, aún tras tantos meses y años rodeado de varias mujeres.
Mundo de fantasía tan real como lo puede ser cuando descubres que otra persona lo comparte contigo. Ese mundo de fantasía puede estar escondido en una breve sensación...
Debía sentirme mal por Raquel, pero no lo hacía, porque la realidad es que en ese momento no me importaba nada más que la desesperada búsqueda de aquello que no tenía nombre aún. Miraba apesadumbrado las calles sentado en bancos en el centro apurando un café. Escuchaba una canción encaramado a la rama de un árbol en el río, soñando con verla a ella misma cantando desde la orilla con flores sobre el pelo. Paseaba por la playa enfadado conmigo mismo por no tener a nadie con quien compartir mis paseos.
Y aún así busqué al mismo tiempo a Elisa, a sabiendas de que ella tampoco satisfaría mi furor y mi incansable voluntad. ¿Qué victoria cabe esperar si ni yo mismo voy convencido a primera línea?
La que habría sido mi promesa de amor estaba aún por revelar, y a pesar de ello era ya una historia alejada y abocada al fracaso. No se le puede pedir maravillas al cerebro de un adolescente, por inteligente que sea, a la hora de interpretar a una mujer. Más cuando él mismo está implicado.
Triste destino espera a las demás, excepto a la deseada, durante mi soltería. ¿Qué podrá distinguir el puro deseo sexual de una estúpida y común obsesión? Posición cruel será la mía.
No quiero ninguna diosa de la belleza, ningún intelecto iluminado. Quiero a la chica de las canciones, la que viene a hacerme cosquillas en el costado en mis noches de insomnio. La que me hace esperarla hasta el amanecer infructuosamente y luego se disculpa por su despiste al haberse pasado la noche ante la ventana equivocada.
Mi error era buscar. Y hacerlo tomando como base todo lo "parecido" a mi(o al menos a mi carcasa), todo lo excéntrico, todo lo arrogante, lo pedante y charlatán. La realidad es que lo útil es esperar y tener los ojos abiertos, porque el día menos pensado unos ojos castaños se dedicarían a curiosear en mi interior y a mi no me importaría dejar mirar, aunque ella fuera muy distinta a mi en apariencia.
Lo siento Raquel, los tuyos no debían verme.

Tras una de esas calamitosas noches de fiesta invernal quisiera poder irme a refugiar en tus brazos hasta el amanecer, pero aún no sé quien eres(pese a todo lo que he escrito sobre ti...¿si lo colgara por toda Valencia, vendrías a mí para sonreírme y decir "¡Javi, soy yo, y también llevo años deseando que me abraces, que me cantes y me ames!" o te reirías de mi locura?).




PD. Y por no leerme a mi mismo, 8 meses después volvería a hacer un estropicio.

Wednesday 17 August 2011

Kill him...

Ese día me abrazaba la tragedia.
Sí...
Y lo hacían también la sombra, la desgracia, la tristeza, el dolor, la frustración, el odio, los celos, la impotencia, la furia.

Hacia mí se dirigía la muerte y me susurraba que yo me equivocaba de camino y debía tomar otra senda diferente.
Me envolvía la locura y me decía al oído que yo no debía ser feliz, que únicamente puedo ser una bestia efectiva y despiadada, no un ser con emociones. Que sólo tengo derecho a cumplir con mi misión y luego desaparecer y ser olvidado, perdido por el mundo sin lugar alguno al que huir a refugiarme, destruido, sin propósito alguno, sin ideas en la mente.
Me pedía que apretara el gatillo, que no dudara.
Y yo me retorcía por el suelo mientras mil voces me hablaban sin aclararse entre ellas. Tiré lejos de mi la pistola.
Tenía la sensación de ser una roca en mitad de un río helado y de colores chillones. Todo se movía a mi alrededor y yo seguía en pie en el mismo lugar de siempre.
Siempre.
Siempre.
Siempre llego tarde a todas partes. Da igual qué plan, qué previsión, cuan pronto salga, siempre llego tarde. Todo está empezado, y todo se va lejos y nunca estoy cuando acaba, nunca.
Nunca.
Nunca.
Nunca sabré lo que saben los demás.
La sangre caía por mis mejillas. De quién era...no lo sé. Me escocían los nudillos. Me ardía la cabeza. Me pitaban los oídos. A duras penas podía reincorporarme. Todo daba vueltas y yo seguía en el centro observando y sin poder hacer nada.

MÁTALE.
MÁTALE.

La voz en mi cabeza cada vez era más imperiosa. No podía no escucharla.
Busqué mi arma desesperado entre trozos de vidrio, hojas arrancadas y ropa desgarrada. Apenas podía manipularla, estaba empapada en sangre y cubierta de esquirlas de los cristales rotos.
"Yo me quedo donde estoy. Esto es el fin."
Salí al pasillo tambaleándome, no alcazaba a verlo, pero sabía que estaba ahí mirándome.

MÁTALE.
Cerré los ojos, sentí mi sangre tibia deslizarse por el gatillo oscuro y helado. Alcé mi brazo derecho con un pulso desconocido para mi cuerpo. Me relajé. Pude escuchar como la bala ascendía desde el cartucho a la recámara y como con un chasquido el percutor se ponía en posición de disparo. Nunca había colocado el seguro.
Mi índice apenas se deslizó un poco, escribiendo una firma de victoria en el firmamento.
La sacudida recorrió mi cuerpo entero, desde la mano derecha hasta mi cabeza y los pies...
Un leve halo blanquecino salía del cañón cuando mi brazo descendió.
Y su cuerpo rodó al suelo sin vida.
La muerte esbozó una sonrisa...esa sonrisa se dibujó en mi cara al mismo tiempo.
Guardé la pistola.



Saturday 6 August 2011

Ha elegido un hermoso lugar para escribir.

-Qué extraña... sensación, como si todo estuviera preparado para morir...
-¿Para morir?
-Sí...morir. Pero no mañana, sino ayer.
-¿Ayer?

Bajé la cabeza mecido por el viento y asentí levemente.